
Empleada de correos encuentra un paquete perdido hace mucho tiempo y se lo entrega personalmente a su destinataria – Historia del día
Es raro encontrar a una trabajadora de correos que ame su trabajo tanto como Lisa. Para ella, entregar paquetes era más que un trabajo. Era una forma de ayudar a la gente a conectar, como si cada entrega acortara la distancia entre ellos. Un día, tuvo la oportunidad de demostrarlo cuando descubrió un paquete perdido hacía mucho tiempo.
Lisa siempre había encontrado la alegría en su trabajo en correos. Día tras día, manipulaba innumerables paquetes, cada uno de ellos un pequeño misterio envuelto en cartón marrón y capas de cinta adhesiva.
Tenía una rutina que le encantaba, y su trabajo resultaba aún más agradable gracias a su colega Simon. Juntos habían adquirido el hábito de imaginar la vida que había detrás de los paquetes que manipulaban.
"Quizá éste sea un juego de mesa para una noche en familia", adivinaba Lisa con una sonrisa, alzando una caja mediana.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
Simon se reía, siempre dispuesto a añadir su propio toque.
"O podría ser una guitarra para un adolescente. Ya sabes, enviada por su abuela, para que por fin pueda montar esa banda de rock con la que tanto sueña".
Se reían mientras seguían clasificando paquetes. No se trataba sólo de hacer el trabajo, sino de convertir la rutina en algo divertido.

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Cada paquete tenía su propia historia, aunque tuvieran que inventársela. Este juego desenfadado hacía que las largas jornadas de trabajo pasaran rápidamente, dejando a Lisa contenta con su trabajo sencillo pero significativo.
Una noche, al terminar su turno habitual, Lisa y Simon fueron asignados a limpiar el almacén.
Era un rincón polvoriento y olvidado de la oficina de correos, donde a veces los paquetes viejos se caían de las estanterías y se pasaban por alto.

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No era un trabajo glamuroso, pero siempre encontraban la forma de hacerlo soportable. Pasaban el tiempo clasificando los paquetes abandonados, colocando cada uno donde le correspondía.
Mientras trabajaban, la mano de Simón rozó algo enterrado bajo capas de polvo.
Sacó una caja gruesa y pesada que parecía llevar allí años. El cartón estaba desgastado y la etiqueta había amarilleado con la edad.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
"Ésta es antigua", comentó Simon, quitándose el polvo con la mano.
Lisa se inclinó para verla mejor.
La etiqueta de la dirección apenas se podía leer, la tinta estaba descolorida por el tiempo, pero había una pequeña nota pegada en la parte superior de la caja. Decía: "Para mi querida Loreen. Te amaré para siempre".

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El corazón de Lisa dio un vuelco al leer el mensaje en voz alta. Las palabras eran sencillas, pero transmitían un profundo sentimiento de amor y sinceridad.
Había algo profundamente conmovedor en la nota, sobre todo teniendo en cuenta el tiempo que probablemente llevaba allí, perdida y olvidada. Sintió que se le hacía un nudo en la garganta.
"¿Quién crees que la ha enviado?", se preguntó Lisa en voz alta, mirando a Simón.

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Simón ya estaba comprobando los registros del ordenador, frunciendo el ceño mientras tecleaba la información.
"No está en el sistema", dijo al cabo de un momento. "Debe de haberse perdido durante la última actualización o quizá nunca estuvo en el sistema".
Lisa se quedó mirando el paquete un momento, con la mente acelerada. La nota parecía tan personal, como si la hubieran enviado con amor y cariño.

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La idea de que nunca hubiera llegado a su destinatario no le gustaba nada. Aquel paquete había esperado lo suficiente: merecía ser entregado.
"Creo que es hora de entregarlo", dijo Lisa con firmeza, ya decidida. "Más vale tarde que nunca".
Simon asintió. Pudo ver la determinación en los ojos de Lisa. No iba a dejar que fuera otro paquete perdido.

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Éste, con su sincero mensaje, era demasiado importante para seguir olvidándolo.
Lisa no podía quitarse de la cabeza la sensación de que aquel paquete era especial, algo que iba mucho más allá de las entregas habituales de las que se ocupaba cada día.
La sentida nota de la caja resonó en su mente: "Para mi querida Loreen. Te amaré para siempre".
Estaba claro que quien la había enviado había puesto todo su corazón en ella, y Lisa sabía que tenía que llegar a su destino, por muy tarde que fuera.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
Sin dudarlo, tomó una decisión. Entregaría el paquete ella misma. Tras cargarlo cuidadosamente en su coche, emprendió el largo viaje, decidida a reunir el paquete con su destinatario.
La dirección la llevó a través del estado, por carreteras sinuosas y pueblos pequeños y tranquilos que nunca había visitado.
Mientras conducía, en su mente se arremolinaban pensamientos sobre Loreen. ¿Quién era? ¿Había esperado el paquete? ¿Sabía que se había perdido o había perdido la esperanza hacía tiempo?

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El sol empezaba a ocultarse en el horizonte cuando Lisa se acercó por fin a su destino: una vieja casa escondida entre altos árboles.
La casa parecía desgastada, igual que el paquete que llevaba, pero se mantenía en pie con orgullo, como si el tiempo sólo hubiera pasado rozándola.
Lisa se detuvo, sintiendo un revoloteo de nervios y excitación. ¿Y si Loreen ya no vivía aquí? ¿Y si aquel mensaje del pasado le traía recuerdos dolorosos?

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Al salir del automóvil, Lisa apretó el paquete contra su pecho. Cada vez que subía la chirriante escalera del porche, el corazón se le aceleraba un poco más.
Al llegar a la puerta principal, respiró hondo y llamó a la puerta, dispuesta a devolver a su legítima propietaria aquel trozo de amor perdido hacía tanto tiempo.
Una mujer de mediana edad abrió la puerta, con una mezcla de curiosidad y sorpresa en el rostro. Lisa estaba allí con una cálida sonrisa, acunando suavemente el polvoriento paquete entre las manos.

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"Hola", comenzó suavemente, "trabajo para Correos. Encontré este paquete en nuestro almacén. Llevaba años allí, y esta dirección era el destino".
La mujer, que ahora Lisa sabía que era Loreen, parpadeó y clavó los ojos en el paquete como si viera un fantasma.
"¿Para quién?", preguntó, con la voz temblorosa por la incredulidad. El tono de su voz dejaba claro que no sólo estaba sorprendida, sino conmocionada.
"La nota de la caja dice el nombre de Loreen", dijo Lisa, asintiendo con la cabeza mientras extendía la caja.

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Las manos de Loreen temblaron cuando extendió la mano y aceptó el paquete. Recorrió con los dedos la etiqueta descolorida, cuyos bordes, antes nítidos, estaban desgastados por el tiempo. No lo abrió de inmediato.
En lugar de eso, lo miró como si el propio paquete contuviera el peso de recuerdos que había enterrado hacía tiempo. Lentamente, se sentó en el porche, las emociones empezaban a abrumarla.

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Con dedos temblorosos, Loreen empezó a despegar con cuidado la cinta adhesiva y a abrir la caja.
Dentro encontró una colección de pequeñas baratijas: una concha marina, una postal de una costa lejana y una carta sellada en un sobre con una letra que conocía demasiado bien.
Se le llenaron los ojos de lágrimas y se le derramaron por las mejillas mientras miraba a Lisa, incapaz de hablar por un momento. Apretó la carta contra su pecho.
"Esto...", susurró Loreen entre sollozos.

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"Es de mi esposo, Charlie".
Su voz se quebró al continuar: "Era marinero. Siempre me enviaba paquetes llenos de pequeñas cosas de sus viajes. Pero éste... éste fue el último que envió. No volvió de su último viaje. Murió en una tormenta en el mar".
Loreen se secó los ojos, pero no pudo detener el flujo de lágrimas.
"Pensé... Pensé que nunca había enviado este paquete. Supuse que se había perdido con él en el mar. Pero lo envió. Después de tantos años...".

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Lisa estaba cerca, con el corazón compungido por Loreen. Ahora comprendía que no se trataba sólo de un paquete, sino de la última pieza de una historia de amor trágicamente truncada. El peso de todo aquello se asentó pesadamente en el aire entre ellas.
Loreen se quedó allí de pie, aferrando el paquete como si fuera un trozo precioso de su pasado perdido, algo que milagrosamente había vuelto a ella después de tantos años. Sus ojos, aún húmedos por las lágrimas, se encontraron con los de Lisa, llenos de gratitud.
"Gracias", dijo, con voz temblorosa pero sincera. "No sabes lo que esto significa para mí".

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Lisa sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Había entregado miles de paquetes a lo largo de los años, pero aquel momento era diferente.
"Siento mucho tu pérdida", susurró en voz baja. Las palabras parecían insuficientes, pero era todo lo que podía decir.
Podía sentir los años de dolor y añoranza tras la expresión de Loreen, una mezcla de tristeza y alegría que la inundaba ahora que mantenía la última conexión tangible con su marido.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
Loreen se secó los ojos con el dorso de la mano y en su rostro se dibujó una sonrisa agridulce.
"Este paquete... no es sólo una caja. Es un recuerdo del amor que compartimos. Charlie solía enviarme cosas de cada viaje, pequeños trozos del mundo para hacerme saber que pensaba en mí. Siempre me prometía que me querría siempre".
Hizo una pausa, respirando hondo como si las propias palabras la agobiaran.
"Ahora, siento como si... como si por fin me dijera adiós".

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
Lisa permaneció callada, dejando que Loreen expresara lo que necesitaba. Se daba cuenta de que no se trataba sólo de una despedida, sino de algo que Loreen había esperado durante años sin saberlo.
La caja había llegado tarde, pero en el momento justo, como si el destino hubiera intervenido para entregar este último mensaje de Charlie a la mujer que amaba.
Loreen sostuvo el paquete cerca de sí un momento más y luego volvió a mirar a Lisa, con la voz un poco más firme.

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"Espero que no te importe, pero... Creo que ahora necesito estar sola. Esto es algo que necesito procesar. Me trae muchos recuerdos".
Lisa asintió, totalmente comprensiva.
"Por supuesto, tómate todo el tiempo que necesites". Sonrió suavemente, sin querer entrometerse más en aquel momento tan personal.
Cuando Lisa se dio la vuelta y regresó a su Automóvil, sintió que la invadía una oleada de emociones. La tristeza por la pérdida de Loreen pesaba en su corazón, pero también sentía paz al saber que el paquete había llegado a su destinatario después de tantos años.

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Era como si hubiera entregado algo más que una caja: había entregado un trozo de cierre, un trozo de una historia de amor que había quedado inacabada durante demasiado tiempo.
Loreen había encontrado algo que ni siquiera sabía que le faltaba: un último adiós del amor de su vida.

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Una suave sonrisa se dibujó en los labios de Lisa al pensar en la extraña y maravillosa forma en que a veces funciona la vida.
Aquel paquete, una vez perdido, había cumplido por fin su propósito. Y al hacerlo, había dado tanto a Loreen como a Lisa algo a lo que aferrarse: un recordatorio de que el amor, por muy tardío que sea, nunca se desvanece del todo.
Esta historia es una obra de ficción inspirada en hechos reales. Se han modificado los nombres, los personajes y los detalles. Cualquier parecido es pura coincidencia. El autor y el editor declinan toda responsabilidad por la exactitud, la fiabilidad y las interpretaciones.