
Cómo murió Romina Yan, la hija de Cris Morena
Un día que comenzó como cualquier otro terminó marcando a toda una generación con la pérdida de una figura inolvidable.
La jornada se desarrollaba de manera habitual, sin señales que anticiparan una tragedia. Todo parecía formar parte de la rutina: ejercicio, familia, tranquilidad.
Pero una escena inesperada alteró por completo el rumbo del día y de quienes conocieron a la actriz. La noticia se difundió rápidamente y dejó a muchos en silencio.
Lo que sucedió poco después de las 16 horas de aquel martes generó una profunda conmoción. Romina Yan, figura entrañable de la televisión argentina, había muerto.
Una trayectoria marcada por el talento y la cercanía con el público
Romina Yan tenía 36 años al momento de su fallecimiento. Estaba casada con Darío Giordano y era madre de tres hijos: Franco, Valentín y Azul.
Su carrera en televisión había comenzado en 1991 en “Jugate conmigo” y alcanzó gran notoriedad en 1995 con su participación en “Chiquititas”. También fue parte de “Mi cuñado”, “Quereme”, “Amor mío” y “Provocame”.
A lo largo de su trayectoria, logró conectar con el público a través de personajes que reflejaban sensibilidad y carisma. Hija de dos referentes del mundo del espectáculo, Cris Morena y Gustavo Yankelevich, supo construir su camino con identidad propia.
El martes 28 de septiembre de 2010, como era habitual, salió a correr desde su casa en el barrio privado Rincón del Arca, en Beccar. Luego de completar seis kilómetros y llevar a sus hijos al colegio, se dirigió al gimnasio Fisical, donde realizó 45 minutos de ejercicio en la cinta.
Una descompensación repentina en plena vía pública
Después del entrenamiento, Romina caminó unas cuadras hasta llegar a la intersección de las calles Libertador y Alvear. Allí, alrededor de las 16:10, se descompensó de manera súbita y cayó.
Un vecino que pasaba por la zona intentó asistirla. Al ver que no podía ayudarla por sus propios medios, la subió a su vehículo y la trasladó al Hospital Central de San Isidro.
Después de llegar al centro médico, el vecino llamó al último número registrado en el teléfono de Romina, contactando a una amiga de la actriz.
A su llegada al hospital, el equipo médico constató que no presentaba signos vitales. Durante más de 50 minutos se intentó reanimarla. Sin embargo, a las 17:20, se confirmó su muerte.
Causas médicas y diagnóstico oficial
La causa fue una descompensación producida por un aneurisma, sin lesiones externas, según informaron los reportes médicos. La autopsia posterior determinó que no hubo indicios traumáticos.
En términos clínicos, se trató de un paro cardiorrespiratorio no traumático. Este episodio cerró de forma abrupta una vida cargada de proyectos y vínculos familiares estrechos.
En medio de la conmoción, el productor Gustavo Yankelevich fue quien comunicó la noticia a Cris Morena. En los pasillos del hospital, trató de encontrar palabras para transmitir lo sucedido.
Ante la negativa de Cris a aceptar lo que escuchaba, marcó de memoria el número de su hija desde su celular. Al escuchar el contestador, se descompensó y debió ser atendida por personal del segundo piso del hospital.
El dolor en primera persona: el recuerdo de sus padres
Con el paso del tiempo, sus padres compartieron públicamente recuerdos sobre aquellos días. Gustavo Yankelevich expresó en sus redes: “Ro de mi alma. Ro de mi corazón. Te extraño con todo mi amor, mi orgullo y mi agradecimiento eterno por vos. Gracias por tanto amor”.
Además, en una entrevista, relató una experiencia que le brindó paz: “A partir del primer sueño que tuve me di cuenta que no la había perdido, que Romina estaba en otro plano, en otra dimensión, que la vida es eterna y que nos vamos a encontrar cuando llegue el momento. Así que eso me dio mucha paz, mucha tranquilidad”.
Por su parte, Cris Morena también compartió detalles íntimos. “Yo creo que unos días antes, Romina se despidió, claramente se despidió”, dijo.
Recordó que su hija le pidió que se llevara a sus nietos días antes de fallecer. Rememoró también: “Me voy de su casa, hago marcha atrás, me frena, me mira fijo y me dice: ‘¡Cuidá a mis hijos!’”.
Finalmente, mencionó un mensaje recibido poco antes de su partida: “El día anterior a su muerte me mandó el círculo del infinito, porque ella pintaba mandalas. Ella nunca mandaba mails, no mandaba esas cosas”.
Una mirada a su faceta más personal y poco conocida
Más allá de su trabajo en la televisión, Romina Yan compartió aspectos íntimos de su vida que dejaron ver su sensibilidad y la presión a la que estuvo expuesta desde joven.
En una entrevista, reveló que durante su adolescencia atravesó momentos difíciles marcados por el estrés y las exigencias laborales: "Tenía 15 años, iba a un colegio de doble turno, trabajaba hasta las 3 de la mañana y me levantaba a las 7... Era demasiado".
En ese contexto, enfrentó un trastorno alimenticio que marcó esa etapa: "No comía nada porque estaba obsesionada con que tenía que ser perfecta".
Añadió que esa lucha se extendió a lo largo del tiempo: "Durante toda mi vida descargué mis miedos, inseguridades y angustias con la comida". Estas declaraciones, poco habituales en figuras públicas, mostraron su disposición a hablar con honestidad sobre su experiencia.
Sus palabras permitieron comprender una dimensión menos visible de su vida, asociada al esfuerzo constante por cumplir con expectativas y demandas desde muy joven.
Una huella imborrable en la memoria colectiva
Romina Yan dejó una marca singular en la historia de la televisión argentina. Su presencia fue sinónimo de calidez, compromiso y cercanía, tanto en su vida profesional como en la personal.
Aunque su trayectoria se truncó de forma inesperada, el recuerdo de su voz, su energía y su entrega permanece vivo en quienes la conocieron y la siguieron desde sus primeros pasos.
El impacto de su partida aún resuena en su entorno familiar y en generaciones que crecieron viéndola brillar. Su legado continúa, silencioso pero firme, en la memoria emocional del público.
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