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Rubby Pérez | Fuente: instagram.com/rubbyperezoficial
Rubby Pérez | Fuente: instagram.com/rubbyperezoficial

Rubby Pérez: el ídolo del merengue que murió tras el colapso del Jet Set, donde cantaba con su hija

Marianne Carolina Guzman Gamboa
11 abr 2025 - 20:10

Una de las voces más emblemáticas del merengue falleció en circunstancias trágicas, tras compartir escenario con su hija en una noche que parecía una celebración. Rubby Pérez, símbolo de superación y entrega, dejó un legado imposible de olvidar. Su vida estuvo marcada por la resiliencia, el talento y el amor por la música.

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Todo parecía transcurrir como cualquier “lunes de merengue” en Santo Domingo. La pista llena, el ambiente festivo y la leyenda dominicana en el escenario. Pero la tragedia interrumpió la alegría en segundos, dejando una pérdida irreparable.

Rubby Pérez estaba acompañado por su hija Zulinka sobre el escenario. Ambos cantaban cuando el techo del club Jet Set colapsó. Horas después, se confirmó el fallecimiento del artista, de 69 años.

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Un derrumbe que conmocionó al país

El colapso del techo de la discoteca Jet Set el 8 de abril de 2025 provocó la muerte de al menos 221 personas. Rubby Pérez se encontraba ofreciendo un show cuando ocurrió el desastre. Fue una de las víctimas fatales, aunque su muerte no fue inmediata.

Su hija, Zulinka Pérez, relató que antes del derrumbe le pidió ayuda a su padre. “Papi, ayúdame porque no puedo hacer mucha fuerza, estoy operada”, le dijo. Él le respondió: “Okey, quédate en tu micrófono y yo me quedo en el mío”.

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Ese simple gesto, contó luego, probablemente le salvó la vida. “Si no, no estaría aquí”, explicó en entrevista con Univisión. Ambos estaban en el escenario cuando el techo colapsó.

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Una carrera nacida de la adversidad

Roberto Antonio Pérez Herrera nació el 8 de marzo de 1956 en Haina, República Dominicana. Desde pequeño soñaba con ser beisbolista profesional. Sin embargo, su vida cambió abruptamente a los 14 años.

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El 13 de junio de 1972, fue atropellado por un vehículo mientras esperaba transporte. “Pensé que ya no tenía razón de existir”, relató años más tarde. El accidente le dejó secuelas físicas permanentes y un largo proceso de recuperación.

Estuvo un año sin poder hablar y requirió años de terapia para volver a caminar. “Dios tenía otro propósito para mí”, dijo. Y fue la música la que le dio un nuevo camino.

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Del escenario local al reconocimiento internacional

Estudió en el Conservatorio Nacional de Santo Domingo, donde aprendió piano y guitarra. Participó en agrupaciones como Los Hijos del Rey y Los Juveniles de Baní. Su primera gran oportunidad llegó con la orquesta de Fernando Villalona.

Luego, se integró al grupo de Wilfrido Vargas, una de las leyendas del merengue. Con él popularizó éxitos como “Volveré” y “El Africano”. Fue en esa etapa cuando su voz comenzó a distinguirse en el género.

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El apodo “Rubby” surgió de su abuela, quien lo llamaba “su rubí negro”. Más adelante, un presentador lo bautizó como “la voz más alta del merengue”, título que lo acompañaría toda su carrera. En 1987 decidió lanzarse como solista y consolidó su carrera.

Discografía y premios

Su primer álbum como solista fue “Buscando tus besos” (1986), seguido por “Fiesta para Dos” (1988), el homónimo “Rubby Pérez” (1989) y discos posteriores como “Simplemente amor” y “Hecho está” (2022).

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Entre sus sencillos más recordados están “15.500 noches”, “Hazme olvidarla” y “Enamorado de ella”. Según su página oficial, su disco “Rubby Pérez” alcanzó el puesto 15 en la lista Tropical de Billboard.

Obtuvo disco de oro y platino en Venezuela y fue galardonado con Premios Casandra en República Dominicana. Su música trascendió fronteras y generaciones.

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Acción social y vida personal

Rubby también fue reconocido por su compromiso social. Tras el terremoto de Haití en 2010, brindó ayuda humanitaria y fue condecorado por organizaciones latinoamericanas en EE. UU. Mantuvo una vida familiar activa, muy cercana a sus hijos.

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En marzo de 2025 compartió en su cuenta de Instagram un video de niños bailando sus canciones:

“Este es el mayor legado que dejo, ver esos niños de otro país haciéndose de mi música y disfrutando nuestro merengue es el premio más grande que recibo de mi público, sin importar la nacionalidad, gracias a esos niños donde quiera que sean y a sus padres por educarlos musicalmente, que viva el merengue. Que lindooo”.

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Sus publicaciones reflejaban orgullo por su carrera y cariño hacia su familia. A menudo compartía momentos íntimos con sus hijos, mensajes de agradecimiento al público y recuerdos de su trayectoria artística. En cada publicación dejaba ver su lado humano, cercano y agradecido con la vida, incluso en medio del dolor por las pérdidas vividas.

Uno de los momentos más duros de su vida fue la muerte de su esposa, Inés Lizardo, en 2022. “Inés era para mí todo, era mi principio y mi fin, era mi norte”, confesó en una entrevista. “Yo no encuentro qué hacer con el espacio que ella dejó”.

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El impacto de su muerte en la música latina

La noticia de su fallecimiento generó múltiples reacciones en el ámbito musical. Wilfrido Vargas escribió: “Estoy destrozado… El mejor cantante que ha dado el género. La voz más alta del merengue”.

“Esto es muy profundo, más profundo que lo que se alcanza a sentir hasta en el más terrible de los sueños”, agregó.

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Fernando Villalona también se mostró conmovido:

“El de hoy ha sido un día triste, demasiado triste. Que un lugar que durante décadas fue albergue de gozo y alegría sea escenario de angustia y dolor, era impensable y desgarrante a la vez. Como a todos, me embarga una honda tristeza”.

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Ricardo Montaner expresó: “Esto me destroza el corazón… Honda tristeza. Marlene dirigió videoclips para él, nos conocimos en Caracas y siempre dije que su voz aguda era insuperable… Ese #Volvere estará eternamente en los corazones y en la memoria de quienes lo conocimos y admiramos. #RubbyPérez PAZ #RepublicaDominicana”.

Una despedida en medio del aplauso

Rubby Pérez tenía conciertos programados en Nueva York, Maryland, Massachusetts y Florida. La tragedia interrumpió una carrera aún activa, pero no su legado. Murió como vivió: en el escenario, entregado a su arte, con su hija cerca y su música viva.

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Su historia de superación, su talento innegable y su humanidad lo convirtieron en una figura irremplazable.

“La voz más alta del merengue” ya no resonará en vivo, pero seguirá sonando en cada rincón donde se celebre el ritmo que él elevó con tanto orgullo. Y en cada generación que descubra su música, seguirá vivo.

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